Querida enemiga:
Sentada en
nuestro sitio predilecto, el que hace tiempo dejó de procurar, y que hemos
dejado de compartir…Persistí, esperando su llegada, esperando que sintiera.
Lentamente me
di cuenta de que no iba a volver, que nunca estuvo aquende, que su mente estaba
lejos mientras vagaba el esqueleto de su alma por mi vida.
Traté inútilmente
ser lo que necesitaba, olvidando por completo quién era yo. Cómo iba a
quererme, si deje de conocerme...
Aún no sé si
puedo volver a ser la de antes, por más que busco dentro no consigo
reconocerme. Me gustaría despedirme de él, tal vez así pueda introducirme de
nuevo o reencontrarme conmigo.
Sólo me queda
darte las gracias por mantenerlo estable, por hacerle feliz, por ser lo que yo
nunca logré. Ten en cuenta que no querrá quererte, no le apetece compartir; ten
paciencia, si consigues eliminar sus reservas te hará la mujer más feliz del
mundo.
Les deseo lo
mejor, querida enemiga. Enemiga porque nunca seremos amigas y querida porque no
puedo odiar nada que él pueda llegar a querer.