Seguidores

Mi foto
Cielo parcialmente nublado; afuera no sé.

miércoles, 26 de septiembre de 2012


(Te echaré tanto de menos que cerraré fuerte los ojos hasta verte...)

Estoy luchando contra mí misma, si aún te importa saber de mí, si me lees, dime si sigues aquí. Era demasiado bonito, en mi cabeza, en mi cabeza las voces también son música, y he escuchado algún estampido con bastante más melodía que mis recuerdos.

Y yo que siempre había sido tan escéptica y contradictoria, creía en el amor pero pensé que eso no estaba hecho para mí, pues explícame… ¿Por qué ahora estoy herida de muerte, revestimiento goteras en mi corazón que no paran de sangrar, y todo me sabe a tu nombre?

Sólo digo que echo de menos cuando éramos desconocidos, cuando éramos tan ingenuos y pretenciosos de disimular lo que ya sabíamos. Creyendo que acabaríamos juntos… Sólo digo, que echo de menos cuando estimábamos realidades al mirar nuestras fotos…







El sol sale cada día, aunque no quieras ni puedas verlo.
 Los niños también lloran, aunque no sepan porqué, supongo que entrenan para un futuro.
Las chicas quieren permanecer  jóvenes, estar siempre delgadas.
 A mí me bastaría con aprender a hacerte sonreír.
 



lunes, 10 de septiembre de 2012


Y al final resultó que las veces que te soñé imaginándote en mi almohada, son las mismas en las que tú me olvidaste.




Sé que comprendiste antes que yo, que no sirve de nada enamorarse desde el otro lado del mar, porque no se puede teñir de azul el suplicio y sinsentido de un amor a kilómetros. 
Y no te recrimino por ello. Pero también sé que no hay una mañana en la que no me pregunte como sería si hubiese podido mirar a través de tus ojos, para pedirte que no te marcharas.
Y como diablos pude sentir que te alejabas aún más y se incrementaban los mares y la distancia que nos separa.
Aún hoy puedo sentir nudos en la garganta, y arañazos que van directo al corazón cuando nos recuerdo. Y puedo pronunciarte todavía en cada canción, en cada acorde, en cada voz. 
Y no he dejado de estropear las madrugadas en las que ya no estás, cuestionándome una y otra vez como hubiese sido.
Yo solo quería una oportunidad de verme en tus ojos negros y de entenderte en tus gestos y maneras.



Lo único que necesitaba era desgastarnos para arrancarme la sensación asfixiante de un amor que se ha ido sin ser usado.



Y aquí estoy, enganchada de un momento en el que decidiste que no valía la pena seguir, deseando a que por fin pudiésemos amanecer.